[Crítica] María Isabel: Voces que desafían, mujeres que regresan

El trabajo de la directora Ana Luz Ormazábal es uno de los más genuinos aportes de puesta en escena del teatro chileno en los últimos años, en que ha tensionado de forma original el dominio del texto por un uso explícitamente performático como catalizador de sus indagaciones escénicas.

En esa búsqueda, que ha arrojado originales capas de sentido en obras como “Ópera” (2015), “Al Pacino” (2019), o “Este teatro no está vacío” (2021), es el uso de la voz y el canto el recurso expresivo central que desplaza las convenciones del lenguaje teatral hacia territorios de abierta indagación de estas operaciones, las que suelen resistirse a nociones estáticas de representación.

Imagen: Daniel Corvillón

En ese camino, “María Isabel”, obra que se está presentando en GAM como parte de una programación que conmemora los 50 años del golpe cívico-militar, puede parecer de entrada que presenta algunas diferencias con su corpus anterior. Es, en primer lugar, un montaje que se basa en el testimonio de María Isabel Matamala, una ex mirista que en momentos en que se encontraba detenida, durante la dictadura, intentó criticar el fuerte yugo patriarcal de la estructura política del MIR, a través de una investigación junto a otras detenidas donde se evidenciaba el rol secundario que las mujeres tenían en la organización del partido. Y cuyo resultado, enviado a dirección del MIR, se “extravió” dos veces. Y segundo, el recurso del testimonio es explícito, puesto que escuchamos la voz de Matamala describiendo ciertos aspectos de esta situación, en un formato de tipo entrevista periodística.

Estos dos aspectos anclan el montaje en un territorio más concreto, reconocible y verosímil, quizás documental, que las obras anteriores de Ormazabal habían evadido en sus planteamientos dramatúrgicos, donde la indagación formal, un sentido lúdico y una idea de un pasado que resurge desde lo espectral, eran parte constitutiva de sus atractivas puestas en escena. De cierta manera, en estas obras, que rescataban episodios de un pasado que el tiempo y el olvido se ha encargado de difuminar (una desconocida ópera chilena de inicios de siglo XX en “Ópera”, las comedias de magia en “Al Pacino” o los ecos fantasmagóricos en las bambalinas de “La Negra Ester”, “Neva” y “Amores de cantina”, en “Este teatro no está vacío”), funcionaban como médiums que traían de vuelta al presente a personajes y situaciones, lo que explica esa cualidad entre mágica y necrofílica de  esos montajes.

Es por ello, que en “María Isabel” parece que se tensiona de entrada ambos orígenes en una puesta en escena que alude a este ya conocido descentramiento de la estructura dramática, y el testimonio de un hecho real y de pasado terrible, pero en que su referencia es cuerpo vivo y testimonio (la propia María Isabel Matamala). El personaje central -y todo el resto de personajes- es interpretado por los cuatro actores en una especie de desplazamiento constante, donde el ya habitual recurso de la voz y la música opera como un leitmotiv que organiza las escenas, apoyado por un músico en escena que funciona a la manera de un director de orquesta.

Imagen: Daniel Corvillón

Asimismo, el tratamiento del espacio es apenas referencial al tema que narra (la detención de Matamala y otras mujeres en Villa Grimaldi y Tres Álamos), con una especie de vitrolas gigantes que parecen simbolizar el deseo por transmitir la voz y los deseos de libertad, y una atractiva pantalla traslúcida con el texto de la investigación/encuesta que ella hace a las otras detenidas.

Como mencionábamos, esa cualidad tan propia de la directora por parecer estar siempre en un proceso de deconstrucción visual y sonora de lo representado (o actuado, si lo vemos posdramáticamente), con esos cuerpos que se ovillan en esas capas y esa armonía vocal que parece apelar a una dimensión supramaterial, chocan con el dato tan rotundamente real, humano, que supone el testimonio de María Isabel Matamala.

¿Cómo conciliar, entonces, la fuente testimonial de esta historia, con este alejamiento de una estructura dramática que al parecer busca exponer una situación más que transmitir una emoción?

En ese sentido, creemos que las ideas de puesta en escena como la forma de musicalizar ciertas acciones, se alejan de lo verosímil y proponen una idea de “coreografía intermedial”, donde el tratamiento performático, la voz y la narrativa, son complementados con el texto de las pantallas, que funciona como información dura (las preguntas de la encuesta), y como reflexión sobre qué significa, en último término, poner en palabras esta historia de horrores y negaciones.

Esa combinación es sugerente, interpela, y tiene una rara sensibilidad que a veces peca de frialdad, pero en otras nos abre un camino que nos resitúa el dolor y la barbarie desde una “escenificación” que es siempre consciente de su artificio (interesante aporte de Manuel Morgado), y, por tanto, nos impulsa a ir más allá de lo literal. Para ello, el elenco está sobresaliente en manejar una amplia gama de significados a las acciones y lucirse con su destreza vocal.

Y en ese sentido, el texto de Juan Pablo Troncoso (“Mirar”) oscila entre la memoria y el documento, y también se pregunta si todo esto es posible de ser re-presentado en el arte. Y quizás, apelando a esa cualidad como médium de las obras anteriores de Ormazábal, la historia de María Isabel Matamala, su gesta y su desafío a los dogmas patriarcales revolucionarios, es también el mecanismo para revivir, traer al presente no sólo un reclamo convenientemente ignorado, sino que a todas aquellas mujeres que fueron desaparecidas, las compañeras de esta historia que laten tras la valentía de su protagonista.

En ese sentido, “María Isabel” sortea con éxito los contornos testimoniales del relato con una abierta interrogación de los mecanismos escénicos con que se piensa y se representa el horror y la barbarie.

María Isabel

Dirección: Ana Luz Ormazábal 

Performers: Camila González, Marcela Salinas, Mariela Mignot y Esteban Cerda. Dramaturgista: Juan Pablo Troncoso

Compositor José Manuel Gatica

Diseño integral Manuel Morgado

Asistente de Producción Valentina López

Idea Original Ana Luz Ormazábal y Camila González.

Sala A2 (Edificio A, piso 1)

31 Ago al 22 Sept. Miércoles a Sábado (20.30 hrs.) Domingo (19.30)

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